martes, 2 de noviembre de 2010

Si quieres renovar tu cuerpo, embellece tu mente.


Distinguidos lectores del Boletín Salesiano:

El tercer artículo de la serie “una persona es lo que piensa” busca centrar la atención del lector sobre el binomio cuerpo-mente.

El cuerpo es la modalidad en la que la persona se hace presente. Cada persona se deja contemplar en su cuerpo; el cuerpo es único, singular y personal. El cuerpo es el primer instrumento de la persona, el más natural, al cual el propio individuo, ha prestado poca atención a sus códigos y claves; a menudo ha ignorado los efectos que de éste recibe hasta que comienzan a manifestarse algunas reacciones físicas (agotamiento, dolor, envejecimiento, etc.) o mentales (ansiedades, angustia, sentimientos de devaluación, etc.).

En la mente humana, la información recogida por el sistema sensorial, fluye a través de un sistema cognitivo cuyos componentes básicos son la atención, la percepción y la memoria. Cada estado mental coincide perfectamente con el funcionamiento del cuerpo, con el humor, con la expresión del rostro, con las relaciones personales, y con el bienestar físico general; y si se es buen observador es posible leer el pensamiento de un individuo por su aspecto. Es claro que los procesos psíquicos y los somáticos son de naturaleza distinta, pero se influyen mutuamente. Más aun, la mente y el cuerpo son simplemente aspectos inseparables de una misma totalidad. La realidad y los efectos de los pensamientos se perciben en la realidad corporal del individuo. Afirmaba el Papa Juan Pablo II en la Audiencia General del 20 de Febrero del 1980: “El cuerpo, de hecho, y sólo este, es capaz de hacer visible lo que es invisible: lo espiritual y lo divino”.

Para los griegos, el cuerpo humano significó la gran belleza, interior y exterior, que fue reflejada en sus obras de arte, la belleza estaba íntimamente ligada con el bien, la bondad y la verdad. Precisamente en Grecia nacen los deportes olímpicos, una manera de perfeccionar el cuerpo. Para Platón, el cuerpo tiene un gran valor y belleza, pero sólo en tanto es supeditado al alma.

Por otra parte, el cristianismo resalta lo espiritual y lo corporal. Jesús al nacer asume la condición humana, posee un cuerpo de carne y hueso como el nuestro. Se encarna, pero además lo hace no de una manera mágica o poco clara, lo hace a través del cuerpo de una mujer, María. En la Pasión su cuerpo fue sometido a los más inhumanos y humillantes ultrajes, produciéndole la muerte, pero Dios lo resucitó al tercer día. El Dios cristiano continúa hoy dándose en su Hijo Jesús en el sacramento de la Eucaristía.

El Papa Juan Pablo II entre septiembre de 1979 a noviembre de 1984 impartió una serie de 129 catequesis a las que dio el título de “la teología del cuerpo”. Su propósito era mostrar el lugar del amor humano en el plan divino. La “teología del cuerpo” no es sino una educación al amor, el amor entre hombre y mujer, capaces de formar una familia y, en ella, transmitir vida. La “teología del cuerpo” enseña a combinar bien los elementos que componen la fórmula perfecta. Sus ingredientes son cuatro: la atracción sexual, la afectividad, la afirmación personal y el descubrimiento de Dios en el amor humano.

Con el nacimiento de las ciencias ha surgido un gran brote de corrientes, una de ellas es la de Descartes (alma por un lado y cuerpo por el otro), así hay división entre razón y sentidos, entre razón y fe, surgen los racionalistas, idealistas, fideístas, materialistas, positivistas, espiritualistas. Con "el hombre máquina" de La Mettrie se puede ejemplificar esto, pues obliga a elegir entre materialismo y espiritualismo. Constriñe a elegir entre ambos extremos, lo cual, al no mantener el equilibrio de lo que es el ser humano, se acaba renegando de la persona, por renegar de su esencia.

Algunas de las consecuencias lógicas de una mala concepción del cuerpo humano son: La exaltación materialista del cuerpo en las sociedades consumistas; se aprecian ciertas cualidades corporales (delgadez) y se menosprecian otras (salud - bulimia); se favorecen políticas eugenésicas; tener hijos parte del "deseo de autocomplacencia", así "me siento mejor porque YO QUIERO; cualquier medio de selección es empleado, incluso el aborto.

El cuerpo obedece a las operaciones de la mente, ya sean escogidas deliberadamente o expresadas automáticamente. Ante las ordenes de pensamientos ilícitos, el cuerpo cae rápidamente en la enfermedad y el decaimiento; bajo las ordenes de pensamientos alegres y hermosos, se viste de juventud y de belleza.

La enfermedad y la salud, así como las circunstancias, están arraigadas en el pensamiento. Los pensamientos enfermizos se expresaran por medio de un cuerpo enfermo. Se sabe que los pensamientos de temor han matado a más de una persona tan rápidamente como una bala, y están continuamente matando a miles de personas de la misma manera, aunque más lentamente. Las personas que viven con miedo a la enfermedad, hipocondríacos, son las que realmente enferman.

Si quieres perfeccionar tu cuerpo, vigila tu mente. Los pensamientos positivos favorecen la belleza corporal y la salud mental de la persona. No hay mejor médico para curar los males del cuerpo que el pensamiento alegre, el optimismo; no hay nada que conforte más que la buena voluntad para dispensar las sombras de las penas y las tristezas. Vivir continuamente con pensamientos de mala voluntad, de malicia, de pesimismo, de cinismo, de sospecha, de rivalidad y de envidia, es estar confinado a una prisión construida por uno mismo, robándole al cuerpo su salud y su gracia. Un rostro no se vuelve amargo por casualidad; está hecho de pensamientos amargos. Pero pensar bien de todo, estar alegre con todo, aprender pacientemente a encontrar lo bueno en todo, tales pensamientos son las puertas del cielo; morar cada día en pensamientos de paz hacia cada criatura traerá abundante paz a su poseedor.

Se trata de llevar una vida sana tanto física como mentalmente, adoptando un estilo de vida que propicie al cuerpo y a la mente funcionar de modo óptimo y se mantengan sanos durante el mayor tiempo posible.

El cuerpo necesita de una actividad física regular para mantenerse sano, activo y tonificado, lo que, de un modo totalmente saludable, sólo se consigue evitando el sedentarismo a través del ejercicio físico regular y moderado, basado en la constancia. Esto permite: Conseguir el peso óptimo; proteger contra la diabetes; combatir el colesterol; tonificar nuestros músculos; proteger de la osteoporosis; mejorar el descanso de nuestro cuerpo, mejorar la circulación sanguínea, disminuir el riesgo de enfermedades cardíacas.

La mente también necesita de cuidados durante toda la vida, hay que ejercitarla y mimarla a menudo para que se mantenga sana, activa y despierta. La mente se puede cuidar de muchas formas distintas: con ejercicios mentales, a través de la alimentación, con el ejercicio físico, a partir de las relaciones sociales personales, con el autoconocimiento y con la oración mental, repitiendo jaculatorias, con la meditación de la Palabra de Dios, etc. Concluyo con una pregunta: ¿Cómo podría mejorar el cuidado de mi cuerpo y de mi mente? Si el cuerpo debe estar sano, la mente tiene que estar madura.

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